


PSICOLOGÍA Y ETOLOGÍA DE LOS CABALLOS
Es muy importante conseguir la colaboración de los caballos para realizar trabajos y mejorar el rendimiento. Para ello, es imprescindible que el caballo considere al hombre su líder. Los caballos forzados y descontentos no son colaboradores y disminuyen sustancialmente sus resultados. Así mismo, los caballos irrespetuosos con el hombre constituyen un problema para la consecución de objetivos. Por tanto, es importante conocer su psicología y su etología para poder alcanzar las metas deseadas.
Los caballos son víctimas, presas en la naturaleza y tienen que defenderse de otros animales depredadores como son los carnívoros y especialmente el hombre.
La principal defensa equina consiste en huir corriendo a gran velocidad para escapar de su agresor. Tanto la fisiología como la psicología de los caballos están adaptadas a esta necesidad.
Los caballos son precoces neurológicamente. Son capaces de levantarse, andar y correr poco tiempo después de nacer.
Son animales gregarios. Viven en manadas organizadas jerárquicamente. Hay un líder general que dirige a la manada y hay relación líder-sumiso cada dos caballos constituyendo un orden social que funciona para la supervivencia del grupo. Cuando se conocen dos caballos por primera vez discuten hasta que se establece la relación líder-sumiso entre ellos y entonces se ponen a comer hierba juntos tranquilamente.
El caballo demuestra su liderazgo desplazando al otro y controlando el espacio y la comida. El caballo último jerárquicamente es el que se encuentra más alejado del líder y es normal que sea el que ha llegado más tarde a la manada, aunque no siempre sea así.
El líder actúa con responsabilidad para proteger a la manada y su bienestar. Suele ser un macho semental que cuida de sus yeguas y puede estar ayudado por otro caballo macho sumiso. La mayoría de las veces una yegua de edad avanzada guía a la manada, ya que por tener más experiencia sabe cuándo se debe huir y no gasta energía inútilmente. Se dan varios tipos de manadas. Algunas están formadas por machos jóvenes que se han separado de la madre y abandonan su grupo cuando tienen edad y capacidad para formar su propia manada.
Los potros que se crían con otros potros, con sus juegos y peleas adquieren habilidades de lucha y defensa que son muy necesarias para la vida. Por otra parte, aprenden ciertas normas de convivencia que les hacen saber comportarse socialmente.
Duermen de pie. Tan sólo se tumban unos minutos al día, importante para la reparación neurológica. Para tumbarse tienen que tener al lado otro caballo vigilando que no haya amenaza de peligro.
En la naturaleza comen durante muchas horas al día, mientras van desplazándose buscando diferentes tipos de hierbas.
Son “grandes ahorradores de energía”, ya que para ellos ésta es muy necesaria en un momento de peligro para salir corriendo. Por ello, la gestión de la energía es vital para ellos. Cuando el líder se pone en alerta comunica su estado con determinados gestos y tensión corporal que van imitando los demás, pero en cuanto la amenaza desaparece el estado de los caballos se relaja y vuelven a la normalidad.
Suelen entrar en conflicto sólo cuando les compensa de verdad, excepto cuando son jóvenes y están probando sus destrezas a través de sus juegos.
Son grandes perceptores de las variaciones del entorno. Sus sentidos están muy agudizados. La vista es bilateral. Con un ojo ven todo un lado y con el otro ojo ven todo el otro lado. No ven un metro por delante de ellos ni justo detrás. El oído es más potente que el nuestro, y les sirve para detectar por dónde está acercándose el peligro. El tacto lo utilizan para sus relaciones sociales. El olfato les sirve para detectar feromonas, oler a otros animales. Con el gusto diferencian los diferentes tipos de hierbas seleccionando las que les sirven en cada momento, y las que son perjudiciales. Como no son capaces de vomitar necesitan comprobar cuáles son buenas y cuales malas.
Los celos de las yeguas suelen sincronizarse. Esto hace que las cubriciones y los partos también coincidan en el tiempo y puedan organizar sus manadas más fácilmente y por ello, garantizar la supervivencia de la descendencia.
Su orientación es mucho mayor que la nuestra. Siempre se ha dicho que, si vas con un caballo al campo y te pierdes, debes dejar las riendas sueltas y él te devuelve de regreso. A veces es un inconveniente porque cuando se adquiere un caballo y lo trasladas a un nuevo lugar no demasiado lejos del suyo anterior, es fácil que intente escaparse frecuentemente para volver a su antiguo hogar.
Sus sentimientos y emociones son muy numerosos. Amor, confianza, respeto, alegría, satisfacción, tranquilidad, orgullo, miedo, pánico, ansiedad, rebeldía, enfado, celos, nerviosismo…
Tienen una gran memoria. Perdonan, pero no olvidan.
Sus caracteres también son variados. Hay caballos más nerviosos y otros más tranquilos. Unos más rápidos otros más lentos, unos más dominantes y otros menos, unos más calientes otros más fríos unos más tolerantes y otros menos.
Se comunican entre ellos a través de gestos y sonidos:
- Las orejas hacia adelante - atención. Hacia atrás con tensión - enfado. Hacia los lados o relajadas - relajación.
- Los movimientos de cabeza de arriba hacia abajo - petición de aproximación.
- La cabeza muy baja relajada - sumisión, pero si está muy tensa indica amenaza.
- La cola batiéndose - enfado o incomodidad. La cola muy apretada indica miedo y escape.
- Cuello alto, ojos abiertos y orejas hacia adelante - atención
- Cuello bajo, cola elevada y tensa y orejas pegadas hacia atrás - amenaza
- Cuello arqueado y golpeando el suelo con casco - entran en combate
- Movimientos suaves - caballo tranquilo
- Tensión corporal - caballo intranquilo
- Ojos algo cerrados, respiración lenta y pausada - relajación o cansancio
- Los relinchos los utilizan para llamarse, para saludar o para avisar.